Gobierno golpista de Bolivia |
Por:
Karina Ochoa*
Las
posturas de algunas feministas que desconocen el golpe de Estado en Bolivia y
que reducen éste a una lucha de “machos”, deja mucho que desear. Son, sin duda,
lecturas simplista y reduccionista, que no permite entender la complejidad del
proceso boliviano en los últimos años, y en general de América Latina, procesos
que en ha permito el avance de las izquierdas progresistas en nuestro
continente.
Desconocer
el hecho fundamental de lo que hoy acontece en Bolivia, es decir el Golpe de
Estado contra un gobierno constitucional, contribuye a legitimar las narrativas
y acciones de grupos de derecha y fundamentalista, cristianos y evangélicos,
que capitalizan estas posiciones.
Si
bien las críticas internas al gobierno de Evo pueden ser válidas y deben darse
casa adentro, en este momento es crucial no perder el piso sobre la estrategia
neo-imperial que se ha volcado sobre este país suramericano con el objeto de
extraer el litio, el gas natural, y apropiarse de las reservas de agua, etc.
El
problema en Bolivia se debe leer a la luz de un arco de tiempo más amplio, y de
algunos hechos que representan el parteaguas de la embestida neo-imperial en
Nuestramérica: el caso Honduras, el caso Haití, el caso Paraguay, y finalmente
Venezuela, pues marcan una nueva deriva en las estrategias neoliberales e
imperialistas en nuestro continente.
Primero:
el Golpe de estado en Honduras contra Mel Zelaya, en el 2009, reposiciona la
vieja estrategia golpista que desde los 50s a los 70s, después de las llamadas
Transiciones democráticas que apuntalaron el avance de las políticas
neoliberales.
A
diez años del golpe, Honduras se encuentra desbastada, los efectos son
visibles: el aumento de asesinatos a periodistas y activistas (como Bertha
Cáceres), y la descomposición social, el resquebrajamiento del entramado
comunitario, el incremento de la violencia y la pobreza (hablamos de un 67% por
ciento de la población en estado de pobreza), la migración masivas y
desplazamiento poblacional.
A
quienes hoy aplauden o legitiman el golpe en Bolivia con posiciones simplistas,
se les olvidan las consecuencias del golpe de estado en Honduras. Y, peor aún,
invisibilizan también que las primeras que salieron a la calle a defender el
gobierno de Mel Zelaya fueron las feministas (autonombradas en Resistencia),
quienes -sin olvidar sus críticas al gobierno de Zelaya y sus propias
diferencias internas- entendieron que no defender el gobierno constitucional
significaba la debacle de Honduras.
A
diez años del golpe en Honduras no se “restableció” la democracia, por el
contrario, se abrió el camino a la firma de contratos privatizadores de
carreteras, puertos y recursos naturales, lo cual -evidentemente- puede ocurrir
en Bolivia, pues su riqueza en recursos naturales como litio, gas y agua es muy
basta.
Aún
con las críticas internas, el reconocimiento de los límites y errores –que no
pretendemos desdeñar - no se nos puede olvidar que la llegada del compañero Evo
Morales al gobierno en Bolivia canceló el camino rapaz del capitalismo bárbaro
neoliberal.
Bolivia,
en estos últimos veinte años pasó de ser el segundo país más pobre de América
Latina, a ser el país con el mayor crecimiento del PIB anual, se nacionalizaron
las industrias del gas y del agua, se crearon 25 mil kilómetros de carreteras,
y se creó una nueva constitución plurinacional.
La
segunda estrategia neo-imperial-colonial se establece con la ocupación militar
de Estados Unidos y la ONU en Haíti, después del terremoto de 2010. La excusa
fue la AYUDA HUMANITARIA.
Existen
registros que señalan, por ejemplo, que solo el 0.6 por ciento de las
donaciones de la Fundación Clinton llegaron a organizaciones haitianas. El 9.6
quedó en manos del gobierno y el 89.8 quedó en manos de organizaciones no
haitianas. Hoy las condiciones que vive Haití son lamentables.
Los
antecedentes de ocupaciones militares con el pretexto de ayuda humanitaria
fueron: Yugoslavia, en 1999 (EU y la OTAN inician la misión Belgrado); e Irak,
en 2003, (EU con apoyo de Reino Unido España, Australia y Polonia invaden ese
país arguyendo también la famosa ayuda humanitaria).
Hoy,
frente a lo que pasa en Bolivia no sería imposible que algunas instancias
internacionales que ha seguido a pie letra las políticas neo-coloniales de
EEUU, se atrevan a decir que es necesaria una ocupación militar o la presencia
militar de la OEA, de EEUU, etc., con el pretexto de la ayuda humanitaria o
defensa de los Derechos Humanos. Quizá ese pueda ser el siguiente paso.
El
tercer referente de las estrategias neo-imperiales para América son los golpes
de estados jurídico-parlamentarios, cuyo primer antecedente lo encontramos en
Paraguay, aunque su expresión más reciente se da en Brasil, en el año de 2016,
cuando la Cámara de Diputados de Brasil aprueba el juicio político contra la
presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que la lleva a su destitución. A esto se
suma la persecución política contra Lula para evitar que se postule nuevamente
como candidato por el PT.
Hay
que decir que el último caso a revisar es el caso de Venezuela, pues resume y
sintetiza estas tres estrategias neo imperiales. Recordemos que entre 2016 y
2017 la derecha venezolana representada en la Asamblea Nacional (Parlamento)
intentaron la destitución de Maduro. Los argumentos que se esgrimieron es que
maduro no había resuelto la crisis con lo cual había dejado de ejercer sus
funciones. Estas declaraciones pasaban por alto que dicha crisis fue resultado
del bloqueo económico que EU emprendió contra Venezuela.
Por
otra parte, bajo el argumento de que Maduro era colombiano, intentaron de forma
fallida nuevamente sacarlo de su cargo. Y todo esto sucedía mientras el propio
parlamente se encontraba en desacato, según una sentencia del Tribunal Supremo,
debido a los nombramientos de diputados por fuera del orden legal.
Recordemos
también que enero de 2019, Juan Guaidó (el desconocido) se autonombra
presidente de Venezuela, asumiéndose como Líder de la Asamblea Nacional (pese a
que ésta fue disuelta en el proceso constituyente previo).
En
febrero del mismo año, con lo medios armando un escenario de tramoya se intenta
crear una crisis artificial que justifique la invasión bajo el argumento de los
Derechos Humanos y la ayuda humanitaria. Eso sucede después del concierto en la
frontera de Colombia con Venezuela.
En
abril de ese mismo año, se monta un intento de golpe de estado (más bien
mediático) que sienta las bases para arremeter contra el gobierno
constitucional de Maduro.
Con
todo este recorrido se evidencia que el posicionamientos como los que realizan
María Galindo, Silvia Rivera Cusicanqui y Rita Segato pierden de vista el
entramado imperial que fraguó de forma por demás evidente por los coyotes más
racistas y conservadores de BOLIVIA, a través de este ataque civil-militrar
contra el gobierno de Evo Morales. Este elemento nos obliga a tener un análisis
mucho más complejo y menos sesgado de lo que hoy sucede en Bolivia. Reducir el
problema a la “pérdida de legitimidad de Evo” o que es un “dictador que se quiere
perpetuar en el poder”, es caer en la trampa de quienes han montado un
escenario que justifique el retorno del proyecto neoliberal (por la vía
militar) en Bolivia.
No
podemos reducir el análisis a decir que es una “lucha de machos”, cuando lo que
está pasando en Bolivia responde a estrategias neo-imperiales que han
polarizado el escenario nacional de ese país suramericano.
María
Galindo, Silvia Rivera Cusicanqui y Rita Segato se equivocan no sólo por tener
una mirada simplista y reduccionista de lo que pasa en Bolivia, sino porque sus
discursos contribuyen a avalar las políticas de los sectores fascistas,
racistas y fundamentalistas evangélicos y cristianos que hoy están matando a
mansalva al pueblo boliviano. También se les olvida que quienes han salido a
las calles en Bolivia, Venezuela, y en su momento en Honduras, y muchos lugares
donde sean hecho las resistencia en defensa de los gobiernos democráticamente
electos, son –muchas de ellas- mujeres. Hoy es preocupante que este tipo de
posicionamientos aparezcan -tanto con relación a Venezuela como a Bolivia-,
justo en los momentos más críticos de la embestida imperial. No podemos pensar
que sea casual que aparezcan las voces “críticas” de las algunas compañeras
feministas justo cuando estamos obligadas a cerrar filas contra la embestida
neo-imperial y para defender no sólo los gobiernos democráticos sino a los
pueblos de los que somos parte.
México,
21 de Noviembre de 2019.
*Karina
Ochoa Muñoz es feminista, académica y activista mexicana. Doctora en Desarrollo
Rural por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), forma parte del Sistema
Nacional de Investigadores (SNI) en México. Actualmente se desempeña como
profesora e investigadora en la UAM, y forma parte del colectivo La Guillotina.